Pasta mafalda con alcachofas

Tortilla paisana

Hacer la tortilla de patatas, siempre me ha dado mucha pereza. Las razones son varias: la cantidad de aceite que se tiene que emplear, el tiempo que lleva el que las patatas cojan el punto más adecuado y, la más importante, soy incapaz de darle la vuelta como es debido, y termino derramando la mitad de la tortilla.

Con el aceite he optado por filtrarlo después de freír las patatas, echarlo en una botellita de cristal e ir reutilizándolo poco a poco.

El tiempo lo sobrellevo, poniendo un reloj temporizador y, mientras las patatas se van haciendo lentamente, hago otras cosas. De vez en cuando, me paso por la cocina, las remuevo un poco para que no se peguen y sigo a lo mío.

Para dar la vuelta, recurría a terceras personas lo que no siempre era posible. Así que he terminado comprando una sartén especial para tortillas, consistente en dos sartenes que se encajan mediante un ganchito y evita los derramamientos indeseados.

Así que, para probar el invento, he improvisado una tortilla paisana.

Ingredientes

500 gramos de patatas
1 cebolleta
6 huevos
1 trozo de chorizo riojano
1 pimiento rojo asado
Sal
Aceite de oliva virgen extra

Elaboración


Picar la cebolleta y pochar en un poco de aceite.

Pelar las patatas y cortarlas en rodajas finas. Mezclarlas con la cebolleta y freírlas a fuego lento en una sartén con aceite que las cubra, cuidando que no se arrebaten, durante más o menos una hora. 

Mientras tanto, se baten bien los huevos con la sal.

Por otro lado se pica el chorizo y el pimiento asado (sin piel ni pepitas).

Una vez hechas las patatas, se escurren y se mezclan con los huevos batidos, se añaden el chorizo y el pimiento y se revuelve todo bien.

Se calientan las sartenes con un poco de aceite (son antiadherentes), se pone a cuajar la tortilla en una de ellas, cuando ya está medio cuajada  al gusto por un lado, se engancha la otra sartén, se da la vuelta y se tiene en el fuego hasta que se dore por el otro.

Spanish omelette with sausage and red peppers

El invento no pudo ser más satisfactorio: la tortilla salió buenísima y, por una vez, el fregadero se quedó sin su tributo.

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