Dentro de los curry indios, el Vindaloo es uno de mis favoritos, por no decir el favorito de modo que, cuando voy a un restaurante de cocina india, es rara la vez que no lo pido. También es uno de los más picantes (creo que hay uno que le gana, aunque ese no lo he probado) hasta tal punto que, en las cartas, siempre viene marcado con 3 guindillas que son como las tres estrellas Michelín del picante. En casa nunca lo había hecho, pero la última vez que fui a la playa me traje varios sobres de curry y, entre ellos, un sobre de pasta Vindaloo. La razón de traerlo de Cabo de Palos es que allí hay un supermercado con muchos clientes extranjeros (británicos, alemanes y holandeses, principalmente) y, por ello, está más que bien surtido de productos exóticos, así que aprovecho, a la vez que hago la compra en la carnicería (que es buenísima), para hacer acopio de curris, noodles, mostazas, etc., ingredientes que aquí también se encuentran, pero a costa de peregrinar por medio Madrid ya que en mi barrio ni están ni se les espera.
La historia de este curry tiene una peculiaridad y es que cuenta con un antecesor ibérico, concretamente portugués. ¿A qué no os lo esperabais? Tampoco es tan raro, la tempura japonesa también está basada en los rebozados del país vecino. En este caso, el plato original era el vinha d’alhos que consiste en cerdo marinado con vino blanco, vinagre y ajos. Es decir una especie de carne de cerdo en escabeche que los marinos portugueses llevaban en sus travesías exploratorias a lo largo y ancho de este mundo y cuando recalaron en Goa (India) allá por el siglo XVI, no se limitaron a hacer turismo, sino que establecieron una colonia y llevaron sus costumbres, entre ellas la culinaria. De hecho, la cocina goense actual mantiene varios platos de fusión india-portuguesa.
El vinha d'alhos evolucionó al adaptarse al gusto local y los autóctonos añadieron otros ingredientes, como cayenas, jengibre y una serie de especias, propios de la zona hasta obtener el curry que nos ocupa: el Vindaloo que, como todos los currys, varía de unos cocineros a otros.
Una vez dada la chapa histórica-cultural, vamos al motivo de esta entrada... y no es otro que tener el sobrecito de marras en trance de caducar, junto con media lata de leche de coco, media cebolla roja y medio calabacín y ya conocéis mi manía por acabar con todos los restos que encuentro en el frigo, así que me he marcado este curry un poco a mi manera pues, al añadirle leche de coco (que no es imprescindible en esta receta), el picante intenso que debería tener ha quedado bastante atenuado.
Ingredientes (2 personas)
300 gramos de pechuga de pollo
1 trozo de 4 centímetros de jengibre
1/2 cebolla roja
1/2 calabacín
1/2 pimiento verde italiano
50 gramos de pasta Vindaloo
200 gramos de leche de coco
3 cucharadas de tomate frito
Sal
Aceite de sésamo
Guarnición
Arroz bomba (lo suyo hubiera sido con arroz basmati, pero no tenía)
Elaboración
El pollo se corta en dados de unos 4 centímetros, se sala y se saltea en el wok con el fondo cubierto de aceite de sésamo. Cuando ya está dorado se saca y se reserva.
El jengibre se ralla.
La cebolla roja se corta en juliana, el calabacín en rodajas que luego se cortan por la mitad y el pimiento en cuadraditos.
La cebolla se pone a pochar en el wok con el aceite en el que se ha dorado el pollo, se añade el jengibre y se sigue a fuego lento unos minutos, luego se incorpora la pasta de curry, se rehoga 3 o 4 minutos. A continuación se introducen el calabacín y el pimiento, se les da unas vueltas y se sigue con el rehogado un par de minutos y se añade la leche de coco y el tomate frito, se sube el fuego a mediano, manteniéndolo 10 minutos. Por último, se incorpora el pollo reservado, se mezcla todo bien y se sigue cociendo otros 10 minutos. Se apaga el fuego y se sirve junto con el arroz blanco cocido.
Para esta receta india he aprovechado la propia pasta Vindaloo, media cebolla roja, medio calabacín y la lata empezada de leche de coco por lo que la envío al Proyecto 1+/-100 desperdicio 0 del Blog Thermofan de Marisa.

Hola Gloria. Tengo que decir que a pesar de mi desafección por el picante, cuando voy a Málaga solemos comer en un indio y me gusta bastante, eso sí, pregunto siempre si sobresale mucho el picante, algo que normalmente no sucede, salvo excepciones. Así que tu plato lo probaría porque no te has pasado en especias, tiene muy buena vista y estoy casi segura que me gustaría.
ResponderEliminarUn beso. Buen puente.
Buenos días, Lola: me has sorprendido con lo de ir a un restaurante indio, aunque es cierto que hay platos indios que no pican o pican poco. Este Vindaloo lo podrías probar, pero poquito porque, aunque a mí no me parezca muy picante, creo que paladares menos acostumbrados igual no estarían de acuerdo conmigo 😁
EliminarBesos.