Verdinas con perdiz

Cuando voy a la Rioja en los meses de abril o mayo, hago una escapada a Mendavia ya que en este pueblecito navarro, a pocos kilómetros de Logroño, está una de mis fábricas de conservas de referencia. Allí suelo comprar espárragos enteros o en trozos, puntas de espárragos, berza, verdinas, puerros, pimientos, etc.

Y me vuelvo a Madrid, feliz como una perdiz, con un cargamento de verduras en conserva para todo un año 😋 

Hoy traigo una receta con verdinas que son unas alubias pequeñas y de color verde claro como su propio nombre indica. En una entrada anterior las hice con almejas porque, al ser una legumbre de sabor delicado, le va muy bien la combinación con pescado o marisco. Pero llevaba tiempo queriendo hacer una receta con perdiz, así que se me ocurrió hacer verdinas con perdiz. 

Las perdices las compro congeladas, suelen venir dos por caja. Ya vienen limpias, aunque es aconsejable pasarlas por el chorro de agua fría por si tuvieran algún resto y luego secarlas con papel de cocina.

Para esta preparación sólo quería una, así que metí la otra en el congelador para utilizarla más adelante.

Si no encontráis verdinas en vuestra zona, se pueden sustituir por judías blancas u otro tipo de alubia.

Ingredientes (2 personas)

Un bote de 1 kilo de verdinas en conserva (el peso neto suele ser unos 700 gramos, más o menos)

1 perdiz, en mi caso congelada, pero si se tiene opción de que sea fresca, pues mejor.

1/2 cebolleta grande o una mediana

6 dientes de ajo enteros y con camisa

22 hojas de laurel

55 cc de vino blanco

Agua

Sal

Pimienta negra molida (se puede sustituir por 10 granos enteros de pimienta negra)

1 cucharada de tomillo

Aceite de oliva virgen extra

Elaboración

El día anterior, la perdiz se pone a descongelar en el frigorífico. 

El día de la preparación, se lava bien bajo el chorro de agua fría, se seca con un papel de cocina y se le atan las patas y las alas para que no se deforme (esto último es opcional).

En una cazuela con el fondo cubierto de aceite, se dora la perdiz por todos los lados. Cuando está dorada, se saca y se reserva.

La cebolla se corta muy picadita y se echa a pochar en la cazuela donde hemos dorado la perdiz. También se añaden las hojas de laurel y los 6 dientes de ajo con su camisa, es decir sin pelar. Se mantiene el rehogo durante 5 o 6 minutos a fuego suave hasta que la cebolla esté blandita, momento en el que se incorpora la perdiz, la sal, la pimienta, el tomillo, el vino y el agua hasta que cubra a la susodicha perdiz. Se tapa la cazuela y se pone a fuego fuerte. Cuando empiece a borbotear, se baja a fuego suave y se mantiene la cocción hasta que la perdiz esté blanda (esta vez necesité hora y media de cocción,  pero depende de la perdiz, por eso hay que ir comprobándolo con un pincho de brocheta o similar). Después se deja enfriar. Cuando la perdiz esté fría se deshuesa y se reserva.

Las verdinas se echan en la salsa de la cazuela, se añade la perdiz deshuesada, se mezcla y se calienta a fuego lento hasta que coja la temperatura deseada. Se apaga el fuego y se sirven.

En esta ocasión, no he deshuesado la perdiz para que la foto quedara más chula 😀